El regreso de los súper entrenadores
Andrey Rublev sumó a Marat Safin y Stefanos Tsitsipas contará en su equipo con Goran Ivanisevic en sintonía con la unión Djokovic-Murray. ¿Qué aporta un nombre rutilante en el día a día?
La noticia no pasó desapercibida. Aunque ya habían mantenido conversaciones el año pasado y también hace algunos meses, el desembarco de Marat Safin en el equipo de trabajo de Andrey Rublev hizo ruido. El regreso del ex número uno del mundo al circuito, tras un fugaz paso como capitán del equipo ruso en la ATP Cup 2020, fue recibido como un soplo de aire fresco. Lo mismo puede decirse del retorno de Goran Ivanisevic, quien volverá al ruedo —después de la gira sobre polvo de ladrillo— esta vez para trabajar junto a Stefanos Tsitsipas.
Ambas incorporaciones se inscriben en una lógica que el circuito ATP ya conoció con buenos resultados: la del tándem jugador + súper entrenador. Un modelo que tuvo su auge hace unos años con las recordadas duplas Federer–Edberg, Nadal–Moyá, Djokovic–Becker y que aún sigue vigente con Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero. También lo exploran Novak Djokovic y Andy Murray en el presente.
¿Qué implica tener a una figura de tanto peso en el día a día? “Todo depende de él. Yo puedo mostrarle el camino, pero necesita recorrerlo. Las cosas no suceden mágicamente”. La frase de Safin, que ya acompañó a Rublev en Montecarlo y Barcelona, resume el espíritu de esta nueva etapa.
Está claro que el actual número 8 del ranking necesitaba un volantazo. Algún giro que desbloquee una carrera marcada por la irregularidad: capaz de consagrarse en Dubai —con triunfos sobre De Minaur, Draper y Auger-Aliassime— y, en la misma temporada, acumular tres derrotas consecutivas frente a rivales fuera del Top 30. A eso se suma todo lo que ya se conoce del combo Rublev: enojos y reacciones emocionales, síntomas de frustración, declaraciones crudas. Por eso la llegada de Marat también se interpreta como un paso firme en la búsqueda de respuestas.
“Traté de descubrir muchas cosas por mi cuenta, de resolverlas con psicólogos y cursos, pero quien realmente me ayudó a darme cuenta de todo fue Marat Safin. Puede sonar gracioso, pero es la verdad. Él me ayudó. Después de Wimbledon tuvimos una charla muy agradable”, contaba Rublev hace unos meses, cuando esta conexión todavía estaba en gestación. “Durante su vida lidió con sus propios problemas y logró superarlos”, destacó el ruso sobre su compatriota, quien cerró su carrera con una anécdota que define su temperamento: su patrocinador de raquetas le regaló una tabla de snowboard con el número “1055”, en alusión a la cantidad de raquetas que había roto. “Rompía 80 raquetas por año. O más. Jugué toda mi vida con la misma empresa. Me llevaba tan bien con ellos que quisieron hacerme un regalo. Fue una sorpresa para mí porque no tenía idea de cuántas había roto”, recordaba Safin, validando así la leyenda de las mil raquetas destruidas.
“Creo que es una oportunidad para ambos. Rublev probablemente necesita a alguien como él, con una actitud y una personalidad similares. Alguien con el mismo carácter, que entienda lo que siente cuando atraviesa altibajos y que haya surfeado las mismas olas emocionales que aparecen durante un partido. Creo que eso puede ser muy positivo para Andrey”, analizó el gran Jimmy Connors en su podcast. Y no lo dice solo desde la experiencia de jugador: también fue uno de los pioneros en esto de los “súper entrenadores”. Su paso con Andy Roddick, entre 2006 y 2008, incluyó cuatro títulos —uno de Masters 1000— y una final de Grand Slam. No todo fue éxito: en 2013, su experiencia con Maria Sharapova duró apenas un mes y un solo partido. “No es lo adecuado para este momento de mi carrera”, escribió la rusa en un comunicado publicado en su sitio web. Connors, por su parte, tuiteó tras la derrota ante Stephens: “No es el comienzo que queríamos, así que mañana volvemos al trabajo”.
Justamente Roddick también se sumó a la ola de elogios y respaldó la sociedad Rublev–Safin.
“A veces solo necesitás una voz distinta, sin desmerecer el trabajo que Fernando Vicente hizo con Andrey Rublev a lo largo de los años”, apuntó el estadounidense Andy Roddick, al trazar un paralelismo con el salto que dio Taylor Fritz cuando sumó a Paul Annacone como asesor, en complemento con su entrenador principal Michael Russell. Tal vez, para Rublev, se trate justamente de eso: de alguien como Safin que le diga “sé lo que se necesita”. Porque lo vivió en carne propia, porque tiene una personalidad similar, porque superó tormentas parecidas y ganó dos Grand Slams.
Para Rublev, siempre fue el momento adecuado para trabajar junto a Marat. Fue su ídolo, su principal inspiración en el deporte, y lo conoce de toda la vida. Siempre hubo buen vínculo. Y también por eso sabía —o intuía— que Safin no estaba listo para regresar al circuito como entrenador. Alejado del tenis profesional, el moscovita incluso incursionó en la política: fue diputado en el Parlamento ruso. Su primer acercamiento se dio en la ATP Cup 2020, y luego vinieron las charlas del año pasado. “Nunca quise presionarlo porque realmente me importa. Después supe que estaba listo para volver a trabajar en el tenis o algo parecido”, explicó Rublev, quien finalmente se quedó con Marat en una especie de puja silenciosa con Karen Khachanov, otro que había tanteado la posibilidad de sumarlo a su equipo.
Por ahora, el perfil de Safin como entrenador es una incógnita. El primer desafío será ver si logra reinsertarse en el mundo del tenis. Aunque su carrera terminó antes de lo esperado por cuestiones físicas, él mismo atribuyó su retiro a un agotamiento mental. “Estaba cansado. Me aburrí. No tenía motivación”, confesó alguna vez. Más de una vez remarcó que disfruta de la soledad, del silencio, de vivir con calma y con “libertad absoluta para hacer lo que tenga ganas de hacer”. Una verdadera alma libre.
También está por verse cómo será su vínculo cotidiano con Rublev. Safin reconoció que le costaría cruzar el límite de la amistad para ponerse en el rol de quien da órdenes. Lo había dicho años atrás, cuando Rublev y Khachanov lo contactaron con esa intención. Incluso, por entonces, deslizó la posibilidad de ser entrenador, pero bajo una única condición: no hacerlo a tiempo completo. “Los tenistas no necesitan una niñera. No viajaría todas las semanas del año, solo algunas”, avisó.
¿Tiempos de duración? Solo ellos lo saben. O, más bien, lo irán descubriendo sobre la marcha, según cómo se den los acontecimientos. “Espero que dure mucho tiempo”, expresó Rublev. “Pero dependerá de si él disfruta trabajando conmigo o si lo sufre. Si siente que no estoy haciendo las cosas bien o que no lo escucho, no creo que pierda el tiempo”.
Como se mencionó al comienzo, esta dupla rusa no es la única dentro del formato jugador + súper entrenador. Hace unos meses se sumó una de las asociaciones más curiosas: la de Novak Djokovic y Andy Murray. Curiosa por la reciente actividad de ambos y por ser contemporáneos. Rublev, de hecho, opinó sobre ese tándem: “Novak es de los mejores jugadores de la historia, por lo que no sé si Murray va a poder aportarle algo. Lo positivo es que son buenos amigos, y a veces la energía que se genera entre personas que se entienden vale más que cualquier consejo técnico. Va a ser divertido, porque Nole a veces se pone demasiado emocional en la pista y le habla mal a su equipo. Estoy ansioso por ver cómo reacciona Murray a esas situaciones”.
Esa mirada bien podría trasladarse también a la flamante dupla Rublev–Safin.
Pero hay más en esta oleada de viejas glorias que vuelven a la cancha como entrenadores. Dinara Safina, hermana de Marat y también ex número uno del mundo, fue picada por el bichito del coaching. Aceptó la propuesta de su compatriota Diana Shnaider y ya trabajan juntas con la mira puesta en el Top 10. Mientras tanto, Stefanos Tsitsipas —hoy N°16 del ranking ATP— apostó fuerte y sumó a Goran Ivanisevic como nuevo entrenador para después de la gira de polvo de ladrillo.
“Me gusta Goran para Tsitsipas, aunque habrá que ver cómo son esas primeras semanas, porque la gira posterior a Roland Garros no es la que mejor le sienta al griego. Le van a dar una piedra caliente a Ivanisevic”, analizó Franco Squillari en ESPN, en referencia a las dificultades de Tsitsipas en césped. Su récord es de 22-17, con apenas dos octavos de final en siete participaciones en Wimbledon, incluyendo tres derrotas en primera ronda y otra en segunda. “Yo lo metería ya mismo a Goran si lo que necesita es confianza, un cambio o motivación. Se vienen Madrid, Roma, París… las mejores semanas. Es ahora”, apuntó el ex número 11 del mundo.
El croata, cabe destacar, ya sabe lo que es trabajar con un jugador de élite. Estuvo seis años junto a Novak Djokovic: los primeros cuatro como parte del equipo comandado por Marian Vajda, el histórico coach del serbio, y los últimos dos como entrenador principal. En esa etapa, Nole conquistó 12 de sus 24 títulos de Grand Slam.
“Son buenas noticias”, celebró en X el legendario Boris Becker, otro que también dirigió a Djokovic. “La comunicación entre jugador y entrenador tiene que ser perfecta. Esa es la clave”, subrayó Bom-Bom, respondiendo al comentario de un usuario que opinaba que Tsitsipas aún tenía mucho margen de mejora, siempre y cuando supiera escuchar a Ivanisevic.
La historia parece ir por ahí, sin demasiadas vueltas: apoyarse en la experiencia de quienes ya pasaron por todo. Todos los jugadores del circuito saben golpear la pelota. Todos se preparan. Todos compiten. La diferencia está en quién logra dominar mejor los tiempos, las emociones, los puntos clave. Y en ese camino, contar con un exjugador que haya sido top puede marcar la diferencia. El método de los súper entrenadores volvió para quedarse. ¿Será útil? Lo sabremos dentro de unos meses.