La “famiglia” arbitral, la familia Beligoy
Lo primero, en el arbitraje argentino, también es la familia.
Entretiempo de Los Andes-Fénix por la tercera fecha de la B Metropolitana, 16 de febrero de 2024, Lomas de Zamora. El cuarto árbitro maniobra sin éxito el cartel electrónico. Lo asisten dos empleados de Los Andes. No hay caso: no puede marcar los números. Frente a la imposibilidad, levanta los índices para señalar que sale el 11 de Los Andes. El cuarto árbitro es Julián Beligoy, hijo de Federico Beligoy, encargado de elegir a los árbitros desde 2018 como director de Arbitraje de la AFA y, a la vez, secretario general de la Asociación Argentina de Árbitros (AAA). Patronal y sindicato.
Julián Beligoy (23 años) debutó como árbitro principal en la entonces Primera D, última categoría del fútbol argentino, en 2023. En ocho meses subió a Primera como cuarto árbitro y, en este 2025, volvió a repetir, en Gimnasia La Plata-San Lorenzo, por la segunda fecha del torneo Apertura. En Primera también dirige Sebastián Martínez (35 años), sobrino de Beligoy. Martínez fue ascendido a árbitro internacional FIFA en 2024. Nepotismo, define la Real Academia Española, es la “utilización de un cargo para designar a familiares o amigos en determinados empleos o concederles otros tipos de favores, al margen del principio de mérito y capacidad”.
Martínez Beligoy fue sacado de la cancha y puesto como árbitro VAR en la tercera fecha del Apertura (Instituto-Vélez) después de rendimientos malos en la primera fecha (Independiente-Sarmiento) y en la segunda (Banfield-Newell’s). En la última fecha de la Liga 2024 había anulado desde el VAR un gol de Independiente Rivadavia ante Deportivo Riestra por un offside previo de un delantero de Riestra. Fue 0-0 en Mendoza. En diciembre, junto a Martínez Beligoy, también fue premiado como internacional FIFA Luis Lobo Medina, árbitro del escandaloso Barracas Central 1-Banfield 0 en la cancha de Arsenal por la tercera fecha del Apertura. “Esto es un asco, es un choreo tremendo. ¿Tan obvios van a ser?”, lanzó Ariel Broggi, entrenador de Banfield, desde la línea de cal. En la conferencia, optó por el silencio. Barracas, se sabe, es el club que preside Matías Tapia, hijo de Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA. En el fútbol argentino todo queda en familia.
En 2019, Martínez Beligoy dirigía en la D. En 2022 debutó en Primera. “A mí me llevó diez años llegar a la A. Pero son otros tiempos. Ahora todo va más rápido”, me dice un exárbitro internacional FIFA que dirigió superclásicos. Una fuente arbitral, en relación al hijo de Beligoy, quien en reuniones de Zoom y redes sociales se presenta como Julián “Beli”, cuenta: “Terminó el curso de arbitraje en 2021, pero en realidad no iba nunca: ni a las pruebas físicas, ni a nada. Cuando termina cada temporada se elige de un grupo a los que van a firmar contrato bajo relación de dependencia con la AFA para empezar a trabajar. Y, obviamente, al ser el hijo de Beligoy, le firmaron contrato con la AFA, porque Beligoy está de los dos lados del mostrador: es el que los contrata a los árbitros y el que supuestamente los tiene que defender. Estoy convencido de que lo van a hacer alternar entre la B Metro y la C, y en unos años lo vemos en Primera. Tantos chicos con ganas de ser árbitros por vocación… Muchos acomodados no dan examen, no superan la prueba física ni los controles médicos, pero necesitan su gente en el curso”. El responsable del plantel arbitral juvenil es el exjuez de línea Alejo Castany, quien, a la par, oficia como rector de la escuela de la AAA.
“Gracias a Dios, cada vez hay menos errores. El árbitro argentino es creíble. Tenemos árbitros que van a dirigir a todas partes del mundo”, sostuvo Beligoy en 2022. Y en noviembre de 2024, durante la fiesta de la AAA, su sindicato, rubricó: “Tenemos los mejores árbitros del mundo”. Un mes más tarde, minutos antes de la final del Reducido de la B Metro entre Los Andes y Argentino de Quilmes por un ascenso a la Primera Nacional, el árbitro Ignacio Lupani recibió amenazas de muerte en su celular y se bajó del partido. No dirigía hacía seis meses. Lo había designado Beligoy. Lo reemplazó de urgencia Leandro Rey Hilfer. Lupani, afiliado a la AAA, fue así “respaldado” por el sindicalista Beligoy. “Mis abogados -supo una vez excusarse- me dicen que no hay incompatibilidad”. Ramiro Cabrera, asistente en el Nacional, le espetó la semana pasada a Beligoy, durante una reunión virtual antes del inicio de la categoría: “No tengan en cuenta el nombre del árbitro a la hora de defenderlo, no cuiden sólo a los suyos. Cuiden a los pibes que tienen ilusión”.
Entre los diez mejores árbitros del mundo según la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) no hay hoy ningún argentino. La IFFHS elige al mejor árbitro del mundo desde 1987. En 2006 fue reconocido por primera vez un argentino: Horacio Elizondo. Y en 2018, Néstor Pitana. Fue el año en el que Beligoy -exvendedor de libros en la editorial Santillana- tomó las riendas de la dirección arbitral de la AFA de Tapia, en reemplazo de Elizondo. Pitana y Elizondo se alejaron del arbitraje argentino: Pitana es el actual encargado de los árbitros en la Federación Ecuatoriana y Elizondo lo fue hasta enero en la de Costa Rica.
Desde julio de 2018 hasta ahora, Federico Beligoy, quien admitió que llama a los árbitros en los entretiempos de los partidos para que dirijan como a él le parece, es el responsable de lo que pasa con el arbitraje en el fútbol argentino. Sobre todo, de lo mucho muy malo.