El otro sueño de todos
Jhon Durán era una de las figuras emergentes de la Premier League pero con 21 años decidió mudarse al fútbol de Arabia Saudita a cambio de una cifra multimillonaria.
El remate certero que va rumbo al gol imposible cuando el reloj agoniza. El festejo desaforado junto a un país entero. El repaso de los recuerdos de todos los que lo hicieron posible. El brillo de la Copa esperando la caricia de las palmas del ganador. Estas escenas retumbaron, retumban y retumbarán mil veces en la mente de millones al momento de reposar la cabeza en la almohada. El sueño de la gloria eterna, del gol del campeonato, del triunfo en la batalla imposible, y tantos otros tantos ejemplos, una moneda corriente para los futboleros. Pero la vida pasa y uno empieza a reciclar sus ilusiones. Las maquilla. Incluso las entierra como utopías y encara proyectos más reales, más concretos, más posibles.
Si sos futbolero, alguna vez habrás soñado con alguna de las secuencias anteriores. Seguramente también lo habrán hecho los astronautas que se proyectan pisando la Luna o Marte, los cantantes que esperan la ovación de un estadio y los médicos que salvan vidas. Cada uno en su profesión, en su oficio, habrá instalado su propia figura siendo parte de la historia.
Sin embargo, hay otro sueño que siempre anda merodeando el inconsciente de cualquier mortal: ser millonario. Tal vez, ese sea sólo el explosivo título y, en realidad, todo se resuma en garantizar su tranquilidad económica. A pesar de la expectativa vocacional y laboral de la mayoría de la población mundial, no queda lejana la idea de ganar la lotería -aunque uno no la juegue-, el plan poco probable de los proyectos que construiría si la herencia de un tío desconocido aparece de la nada y hasta la sospecha de que puede ser cierto aquel mail del familiar que pertenecía a la realeza de un inhóspito país africano y dejó todo en manos de un abogado que nos contacta desde una engorrosa dirección de correo electrónico.
¿Y si se pudieran combinar aquellos dos sueños? A veces es posible. Jhon Jáder Durán Palacio nació un caluroso 13 diciembre de 2003 en Medellín y se crió a unos 250 kilómetros de ese ciudad, en Zaragoza. En aquel pequeño pueblo minero de escasas oportunidades, nacería una obsesión. Para el cuarto hijo de Saturnina Palacios y Regino Durán, una ama de casa y un minero, el comienzo no escaparía de un contexto con las dificultades habituales de la zona.
Dos décadas después, Durán juega en el Al-Nassr saudí junto a Cristiano Ronaldo tras haberse marchado de la poderosa Premier League, una de las ligas en las que todos los chicos del mundo piensan cuando se imaginan siendo futbolistas. Fue la transferencia más cara en la historia de un jugador colombiano: 77 millones de euros convencieron a los Villanos. En un pase sorpresivo que abrió la puerta al juzgamiento masivo, los opinólogos lo destrozaron. Es cierto: la mudanza del colombiano a un país de tercer orden futbolístico, un destino considerado universalmente como un torneo de bajo nivel pero con una chequera inagotable para que leyendas en retirada aumenten considerablemente sus cuentas bancarias, conmocionó al planeta. También fue un mensaje poderoso: Arabia Saudita puede arrebatarle a Europa sus mejores prospectos.
La decisión de Durán, sin embargo, se explica desde su historia. “Hay que entender al ser humano, para comprender al futbolista”, dice Wilberth Perea, un entrenador clave en la carrera del colombiano, en diálogo con Insiders.
Jhon encontraría la manera de resaltar entre los 25 mil habitantes de su ciudad, con un destino marcado por la precocidad de sus logros. El fútbol es parte de su sangre: su tío es el recordado arquero Oswaldo “La Sombra” Durán. Entre juegos en La Plaquita -una tradicional canchita del barrio- con amigos y travesuras con sus hermanos Daison, Andrés y Weiton, Durán comenzó a demostrar su sencillez para el manejo de la pelota y una habilidad física natural para destacarse entre sus pares.
Los primeros pasos fueron en el Club Casa de Paz, el equipo que representa a una reconocida funeraria de la zona en los torneos juveniles de Antioquia. Mario Alexander Galeano Tapia, fundador del club, recuerda sus primeros pasos: “Llegó a la par de la creación del club en el año 2013. En enero de 2015 se lo presentamos al Envigado y de inmediato le dieron el visto bueno. Esa misma semana se firmó el convenio”.
Aquella realidad está separada por un abismo de su actualidad. No son sólo los casi 13 mil kilómetros de distancia entre Antioquia y Arabia Saudita. Es una vida de diferencias y puertas que se fueron abriendo desde aquella negativa de la academia Arco Zaragoza para ficharlo y su posterior mudanza a la “Cantera de Héroes”: Envigado Fútbol Club.
“Llegó a los once años y siempre fuimos siguiendo su progreso de cerca; pero con nosotros comenzó a trabajar a los 15 años y el Profe Rodríguez (papá de James) nos pidió que buscáramos una nueva posición para él. Antes era extremo”, rememora Perea, uno de los grandes formadores del club donde se forjaron estrellas de la talla de James Rodríguez, Giovanni Moreno y Juan Fernando Quintero. “Son jugadores en su gran mayoría con carencias económicas y que vienen de regiones apartadas en busca de su sueño de llegar al fútbol profesional -advierte y se anima a presagiar-. Atentos al nombre de Hernán Darío Castañeada, que va a sonar a nivel mundial. Dije lo mismo de Durán y no me creyeron”.
“Evaluamos todos los detalles y creíamos que lo mejor era pasarlo a jugar como nueve de área. Ideamos un plan de entrenamiento individual. No fue un proceso fácil. Al comienzo fue reactivo, no le gustaba y decía: ‘Uh, el Profe me va a matar otra vez’'. Es que nos quedábamos una hora más luego del entrenamiento grupal, pero valió la pena”, marca Perea, quién destaca el acompañamiento de la familia -vivía con una tía y un primo los primeros años- que se mudó a la región con la firma de su primer contrato a los 15 años. Su incipiente carrera está marcada por la precocidad: Durán marcó un gol ante Río Negro Águilas a los 15 años y 262 días y se convirtió en el segundo jugador más joven de la historia del fútbol colombiano en anotar un tanto.
Con un par de temporadas en la máxima categoría del Envigado, llegó su primera experiencia internacional en el Chicago Fire de la MLS. En Estados Unidos, muchos advirtieron, podía perderse del mapa futbolístico. Una prolija temporada de ocho goles y seis asistencias en 28 presentaciones lo instaló en el radar de la Premier League: Aston Villa fue su destino. De menor a mayor, su crecimiento fue exponencial: después de un periodo de adaptación durante sus primeros meses en una 2022/23 sin goles, Durán se consolidó definitivamente en la rotación de Unai Emery como una de sus joyas en 2023/24 y en la primera mitad de 2024/25 fue figura e incluso le plantó cara a Ollie Watkins en la competencia por la titularidad. Con goles espectaculares y una supremacía física notable, Durán era el futuro y uno de los nombres propios más atractivos del fútbol británico.
Pero entonces llegó lo inesperado. ¿Qué gana -además de una suma monstruosa de dinero- un jugador como Durán que se marcha al fútbol de Arabia Saudita? Perea rememora sus últimas charlas con el atacante que supo ganarse un lugar en la convocatoria colombiana de Néstor Lorenzo: “Es un plan estratégico que no pasa sólo por lo económico. Tendrá la posibilidad de formarse al lado de uno de sus máximos ídolos, como es Cristiano Ronaldo. Es un equipo que pelea cosas importantes en su fútbol. Y volverá, sin dudas, a Europa siendo joven y con una nueva mejor versión”.
Un proceso similar atraviesa el español Gabri Veiga, quien tras lucirse con la camiseta del Celta de Vigo en La Liga española prefirió marcharse al Al-Ahli saudí antes que al Napoli italiano. La actualidad del mapa futbolístico no lo aleja de la chance concreta de jugar en su Selección, aunque los medios colombianos insisten en que Néstor Lorenzo y su cuerpo técnico no habrían celebrado su transferencia al fútbol árabe. La liga saudí, un país con presencia vital en eventos masivos en los últimos y próximos años, encontró la manera de seducir al talento joven en un contexto de globalización total.
Obviamente, no todo es la plata: hay otras cuestiones, de peso e innegables, que Durán tendrá que sortear. La adaptación cultural parece casi imposible. “No tienen problemas económicos. El problema es que el jugador se adapte a lo que es el sistema, a lo que es el calor. Hay momentos que son realmente complicados, pero si te adaptás y venís con predisposición para quedarte, la pasás bien”, declaró Ramón Díaz durante sus días en el Al-Hilal a FIFA.
Solo el tiempo podrá responder si es la nueva naturaleza de los traspasos y la rutina moderna en la carrera de los futbolistas más prometedores. Thiago Almada, gran promesa de Vélez, viajó rumbo a Atlanta United con sabor a poco para el futbolero que anticipaba una brillante y rápida carrera en Europa. En la MLS destacó y terminó jugando el Mundial de Qatar donde Argentina se consagró campeona del mundo. Luego, el extraño recorrido a la inversa: un paso al fútbol de Brasil en el Botafogo de John Textor (también propietario del Lyon), su consagración en la Copa Libertadores y -unas temporadas después- el desembarco en Europa con el mencionado club francés.
Amén de las exageraciones habituales, Esequiel Barco estaba llamado a ser el heredero de la dinastía Independiente que tiene a Ricardo Bochini como máxima deidad pero encontró una propuesta irrechazable para jugar en los Estados Unidos. Después de un lustro, volvió al fútbol local para jugar más de cien partidos con la camiseta de River, ganar tres títulos y partir al fútbol de Rusia. Allí, en un mundo que parecía otro, viajó en 2003 Osmar “El Malevo” Ferreyra, un joven lateral que asomaba con un futuro notable en el club millonario y entraba, a pesar de su juventud, constantemente en la consideración de los seleccionados de Marcelo Bielsa. “Es gente muy fría, no me pude acostumbrar, me afectó en lo psicológico y luego en lo futbolístico”, relataba en una entrevista en el diario La Nación en su regreso al fútbol nacional para jugar en San Lorenzo. Todos tomaron sus decisiones.
Durán también se decidió: ya juega y marca goles junto a Cristiano Ronaldo en Arabia Saudita. Tiene 21 años. Una vida por delante. Acertará y se equivocará, como todos. Y también será de los pocos privilegiados que pueden combinar aquellos sueños de la infancia.