Matías Vargas, en la cima de la periferia: "Nunca fui una persona de querer pertenecer"
El jugador, surgido de Vélez, dialogó en exclusiva con Insiders con su frontalidad característica durante su experiencia en Arabia Saudita, después de haber pasado por China y Turquía.
El lujo podrá ser o no ser vulgaridad, pero si se convirtió en moneda corriente en el mundo árabe. Los imponentes edificios y hoteles tope de gama se repiten en las principales ciudades. En Al-Mubarraz, capital de Al-Hasa, también hay espacio y lugar para este tipo de edificaciones. Y la expansión no es sólo edilicia: el mundo fútbol hace lo suyo y el Al-Fatah milita en la primera división saudí, la liga que seduce inmediatamente con sus jugosos contratos.
Desde una habitación en uno de los pisos más altos del Hotel, con un fondo que mixea edificios y desierto, Matías Ezequiel Vargas atiende a Insiders y se disculpa entre risas. “Soy muy colgado con el celular, a veces dejo mensajes sin responder”, advierte tras la insistencia de quién escribe para lograr el encuentro.
Los tradicionales auriculares gamer con los que realizó su experiencia en YouTube dando espacio a la creación de “Botines Sensibles” son parte del paisaje. Pero la figura que más resalta es la camiseta de la selección Argentina que utiliza para la entrevista. “Es la del Diego del ´86, forma parte de una de las tantas cábalas u objetos que utilizo la noche previa a los partidos”, advierte. Y mal no le fue: tras la entrevista con Insiders se despachó con un gol en el triunfo de su equipo ante el Al-Ittihad, líder del torneo.
El Monito está realizando su cuarta escala en su experiencia fuera del país tras su salida de Vélez Sarsfield: primero fue el Espanyol en España, luego un paso breve y positivo por el Adana Demirspor de Turquía, tras ello una inolvidable experiencia en China y la actualidad con gran rendimiento en la Liga Saudí.
Desde aquella explosiva aparición en la primera división del conjunto velezano, Vargas dejó en claro dos cosas: la primera, a simple vista, el talento y habilidad para jugar a este deporte y distinguir sobre el resto; la segunda, el peso de su palabra en cada una de sus declaraciones, alejadas de la gastada cinta cassetera. De eso y mucho más va la charla con Insiders.
I: Es tu cuarto equipo en un país distinto fuera de Argentina, ¿cómo llevás el día a día en Arabia Saudita?
V: Ese es un tema y para mí fue un contraste muy grande. Yo extraño más China que Argentina, imagínate. Yo en China tenía una vida social increíble, como nunca imaginé. Sentía un aprendizaje diario con la gente que me rodeaba, con el mundo en el que encontraba, con todo. Era un aprendizaje constante en China. Acá se pueden hacer estas cosas, tener estas charlas, pero nada, se pierde un poquito la dinámica.
I: Me sorprende lo de China.
V: Es un país muy próspero, muy loco, muy movido. Y estaba en una ciudad increíble. Entonces tenía una vida que no paraba un segundo. Jugaba, disfrutaba, salía campeón de todo. Luego decidí tomar este camino. Obviamente en principio por lo económico. Y me encontré acá con una vida en la que básicamente estoy todo el día encerrado. Voy a entrenar, vuelvo y la única salida que hago es ir al supermercado. Es lo único que hago. Fui un día a jugar al pádel y el único camino distinto que tomé con el auto fue ir a jugar al pádel. Una vez y después nada más.
I: ¿Y eso por qué se da? ¿Por una cuestión de la idiosincrasia del país? ¿Porque todavía no te hallaste? ¿No hay mucho para hacer? ¿Temperatura?
V: No sé. Mirá, es un combo de todo lo que dijiste, en parte. Hay una ciudad cerca que se llama Daman, donde juegan Equi Fernández y los uruguayos (Nahitán) Nández y (Gastón) Álvarez. Es una ciudad más grande, más linda, tenés un poco más de lugares para conocer. Yo estoy en una ciudad mucho más chica, más cerrada en la cultura, menos internacional. Y no hay casi extranjeros acá. Yo me relaciono más con los extranjeros. Me llevo muy bien con mis compañeros árabes, con los del club, el técnico. Pero no estoy entrando mucho en compartir. Yo soy mucho de ir a tomar café a la noche. A mí me gusta tomar café a la noche. Me gustaría tomarme una cerveza, pero no hay. Entonces, hay una cuestión de cultura que no es tan sencilla. No hay ningún shopping, como decir, bueno, voy a comprar ropa, comida o algo. Así que ni la plata puedo gastar acá.
I: ¿Vivís en una casa?
V: Me ofrecieron casa, pero decidí vivir en el hotel donde llegué. En una habitación que tiene un living, un comedor y una habitación. Y nada, vivo ahí en el hotel porque no tenía ganas de armar una casa entera, de conseguir alguien que te limpie. Las casas que me mostraron eran muy grandes.
I: ¿Estás solo?
V: Y acá es más difícil que me venga a visitar gente. Yo en China tenía una casa muy grande, pero tenía gente durmiendo todos los días. Entonces, acá dije, no tengo ganas de armarme una casa por la mudanza, estoy cansado de las mudanzas internacionales y dejar cosas por todos lados. Prefiero quedarme en el hotel. Tengo la cocina justa para cocinarme, mantener mi dieta, lo que quiera. Y ya está bien. Es bastante complicado el tema de las visas para argentinos. Para europeos, una visa online, listo, facilísimo. Pero para argentinos es muy complicado. De hecho, es como si no hubiera visa de turismo y que esto sea una visa especial. Y hace un par de meses que estábamos intentando tramitar la de mi vieja, todavía no sale. Y recién ahora, después de tres meses, salió la de un amigo de edificio que quiero que se venga a vivir conmigo. Porque necesito a alguien en ambos aspectos. Así que recién salió hoy. O sea, hoy, después de dos meses y medio luchando. Imagínate, que supuestamente yo tendría todas las facilidades. A veces se complican las cosas, no es todo tan fácil. Quizás es lo que me tocó a mí, pero capaz que a otro le es más fácil. Pero en este caso, no pude desbloquearlo así nomás.
I: ¿Y este amigo es el primero que va a ir desde que vos estás allá?
V: Bueno, ya ha venido mi hermano, pero mi hermano tiene ciudadanía española. Y otro amigo que también tiene ciudadanía española. Y una amiga también fue a Riyad una vez. Pero mi hermano ha venido dos o tres veces. Y otro amigo dos veces.
I: O sea, bastante solitaria la experiencia, el desierto arábico, ¿no?
V: Sí, literal. Yo no soy una persona que se vuelva loco con la soledad. De hecho, me gusta cuando me pongo a jugar con el Call of Duty, al Age of Empires. Me paso el día tranquilo. No es que me vuelva loco por estar solo. Sí, por ahí cuando pasa mucho tiempo se complica. Porque, por ejemplo, he tenido días libres. A mí no me gusta contestar mensajes casi. A veces desaparezco por días. No sé, soy muy pajero con el celular y las relaciones a distancia. Y hay días que me he dado cuenta a la noche, tarde y digo “Che, no abrí la boca”. No mandé ni un audio, nada. En todo el día. Y digo, bueno, voy a darle un cambio. Porque si no, paso el día entero sin hablar. Y, quiera o no, se puede generar un cierto malestar. Yo estoy muy acostumbrado a estar solo, a luchar, a entrar en sociedades. A entrar en el mundo: entré en el chino, entré en Turquía. No tengo problemas sociales, digamos. Pero bueno, también ahora estoy decidiendo hacer una vida 100% enfocada al fútbol. Porque realmente mi vida ahora se basa en el fútbol. Y bueno, cuando perdemos es durísimo. Porque tengo la mente y el cuerpo 100% en el fútbol.
I: Está instalada la creencia del futbolista argentino más pasional, que siente más las derrotas ¿Cómo viven allí esas situaciones?
V: Sí, es diferente a cómo lo toma el argentino. Pero también el argentino en sí falsea mucho el malestar cuando pierde. Vos perdés y tenés la obligación de tener cara de orto, estar triste. Hay veces que no te sentís así. También hay mucha falsedad. En el argentino en sí se fuerzan mucho las cosas. Yo intento tener un equilibrio. Está bien. Me enojo mucho cuando pierdo. Me pongo muy triste. Pero intento. Después de un rato ya está. Y si dejé todo, hice todo lo que podía y lo que no para ganar. Y no se dio, bueno. Lo intento tomar con más naturaleza porque si no caes mucho en la mentalidad del perdedor. En el error. En el autocastigo. Y yo vine a un equipo que estaba último. Entonces no podía... No sirve tampoco enfocarte en la derrota y en el sufrimiento y en el castigo propio. No es ni la muerte de nadie, ni sos el mejor cuando ganás tampoco. Lo intento vivir con un equilibrio grande.
I: ¿Siempre fuiste así o crees que fue mutando un poquito con las experiencias?
V: No, ahora que soy más grande, ya casi veintiocho, me siento de otra manera. Después de muchos partidos ya vas entendiendo también que no podés ganar todo. Que a veces vas a jugar mal. Que a veces vas a errar un penal. Que a veces vas a errar. Y es normal. Es normal que pase eso. Lo importante es conocerse a uno mismo y saber en qué situaciones vos vas a jugar mejor o vas a estar mejor. Tanto para tu vida como para el fútbol. A mí me gusta intentar poner mi vida primero. Si bien en este momento no estoy poniendo mi vida primero. Estoy poniendo el fútbol primero y lo económico. Pero a mí me gusta buscar un equilibrio. ¿Cómo sé que yo puedo jugar en un nivel estable? De un 6 para arriba, de no bajar. Sé que tengo que estar bien físicamente y sé que me tengo que enfocar en correr. Porque si dejo de correr, juego peor. Y si dejo de correr, me fastidio más. Y dependo mucho de lo que haga con la pelota. Y a veces no tengo nada. Entonces cumplo desde ese lado.
Después, yo sé que con mi calidad, con mi entrenamiento, lo demás va a venir. Es mi manera de buscarlo. Entonces me enfoco muchos partidos en los que no me siento muy bien o algo. Y digo, bueno, voy a correr como un animal. Voy a presionar toda, voy a correr toda. Y de esa manera voy equilibrando cuando está mal o cuando está bien. Cuando vengo de muchos errores, errando muchos goles, digo, no me puedo hablar mal a mí mismo. No me puedo castigar yo mismo. Decir si intento, si le pego el palo. ¿Por qué no viene? Que mala suerte. La puta madre, no me toca. Entonces cambio la forma de hablarme. A hablar desde mi merecimiento. Me merezco, estoy trabajando, ya va a llegar. También uno se habla a uno mismo. Y eso es importante.
I: ¿Trabajás con profesionales fuera del staff del equipo?
V: Tengo a mi psicóloga hace muchos años. Todas las semanas, sin falta, tengo una charla con ella. Y tengo un coaching de fútbol, donde veo cosas específicas de posición y de fútbol. Es un tipo que me enseñó a jugar al fútbol. Y desde que me fui a Turquía, que ahí fue mi crecimiento fuerte. Estadísticamente fue un crecimiento fuerte en goles, asistencias y todo. Me cambió mucho la forma de ver el fútbol, de entenderlo. Igual que mi psicóloga. A mi psicóloga llegué por medio de Chucky Ferreira. Que él estaba en España y la conocía. Y llegué por medio de él. Porque yo estaba en un momento muy, muy, muy malo. Quizá de los peores estados. Y necesitaba.
I: ¿Cuándo decís malo, es futbolístico y repercute en lo personal o al revés?
V: Era absolutamente todo. Era todo completo. Estaba todo el día encerrado, viviendo en Barcelona. Estaba enfermo jugando en la PC todo el día. Lo único que tenía ganas de hacer en el día era jugar. Literalmente. Iba a entrenar y era la nada misma. Había perdido mucho mi espíritu, mi forma de ser. Y con ella en dos sesiones me cambió. Empecé a sonreír y me cambió completamente. Y a Igor (el coaching) por medio de mi viejo, mi hermano, que cuando había venido a España, lo había conocido. Laburaba en el Espanyol antes. Entonces, ellos me decían: ‘Este hace esto, es muy bueno’. Y al principio dudaba, pero dije le voy a meter a ver qué onda. En dos videos viendo con él, me cambió. Me cambió completamente la forma de ver el fútbol.
I: ¿Qué valor le das a los mensajes que llegan en redes sociales?
V: Mira, yo no me meto mucho. Hace mucho tiempo ya, y sobre todo cuando me fui a China, me fui a Turquía, que empecé a desaparecer un poco del radar y vi lo lindo que era que no te lleguen esos mensajes, tanto los buenos como los malos. Tuve suerte: por lo general malos no me llegaron. Me llegaron ahora muchos malos de que no fui a Vélez, porque se había creado una película de que iba a ir a Vélez, pero era una película donde no tenía nada que ver. Me mataron. Pero no me afectan ni los buenos ni los malos; los buenos me llenan un poco el ego. Está lindo ver tu nombre, que hiciste dos goles, que jugás bien, es hermoso, te llena un poco el ego. Pero no soy una persona que esté pendiente. Te digo, tengo mil mensajes de amigos en Whatsapp y cosas que no contesto. Ya mis amigos saben, mis verdaderos amigos saben que no me tienen que mandar mensajes después del partido, que me chupa un huevo, me chupa un huevo. Y la mayoría de las veces no contesto, por más que haga dos goles o pierda 9 a 0. No me cambia, no necesito el mensaje. Yo sé lo que hago, mi trabajo, lo vivo con pasión. Yo sé lo que hago bien, lo que hago mal. Y si necesito a alguien que me diga lo que hago mal, tengo a mi técnico, a mis compañeros, a mi coaching, a la gente que lo ve y lo pido.
Pero esos mensajes a veces te llenan incluso tu propia burbuja. Es una estupidez, vos estás adentro, vos sabés lo que es. En algún momento en Argentina tenía un poquito de fama. Pero ahora es hermoso, porque no me conoce nadie, no hay nadie que vea mis partidos, no hay nadie que me joda. Ni para bien ni para mal, voy a Argentina, estoy recontra tranquilo, hago la vida que quiero como si nada. Y eso para mí es impagable.
I: Venís teniendo temporadas de muchos partidos, con goles y cifras muy altas en asistencias: ¿Se dio por una cuestión natural? ¿Crees que justamente todo este proceso de trabajar en otros aspectos y demás colabora?
V: No, eso colabora muchísimo, obviamente. A ver, yo en Espanyol la pasé muy mal, tuve un momento muy jodido: tuve la mala suerte de llegar a un equipo con cuatro técnicos en un año, con un par de técnicos que no me querían para nada, que no les gustaba mi forma de jugar y que me apuntaban como loco a mí, donde me destruyeron mucho el ego y la moral, me quisieron cambiar la forma de jugar, me quisieron cambiar un poco de donde era, de lo que soy yo dentro y fuera de la cancha. Entonces, todo el trabajo que hice post esa experiencia fue para no perder lo que yo soy y con el tiempo, más allá del rendimiento futbolístico, que es lo principal para jugar, fui agregando un montón de cosas a mi juego que me hacen ser un jugador casi imprescindible en los equipos porque trabajo por todos los aspectos y cuando estoy mal en uno, lo equiparo con otro, cuando estoy mal en otro, lo equiparo con otro y te hacen ser un jugador importante. Por lo tanto, más allá de la experiencia, ya con esta edad, te juro que cambia mucho. Yo veo a chicos de 21, 22 años ahora y digo, me siento muy reflejado en cómo veían el fútbol, cómo jugaban, la ansiedad, las formas en los movimientos que tienen. Todo eso lo veo y digo, guau, cuánto aprendí en estos años. Es increíble ver el proceso cuando te ves reflejado en eso.
I: ¿Fue tu primera mala experiencia en el fútbol? ¿No te había pasado nunca en todo tu recorrido hasta ahí?
V: No, no me pasó realmente. Más que yo había sido la compra más cara del Espanyol, se supone que tenían que darme minutos. Yo fui perdiendo el nivel en seis meses que jugué nada. Venía jugando bien, había arrancado muy bien, había hecho un montón de goles, sentía que no estaba mal dentro de todo. Llegó un técnico y entro en un segundo tiempo contra el Barça, le hago la asistencia, empatamos 2-2 y de ahí pasan seis partidos que no entro. Y en esa época había tres cambios todavía, eso me liquidó. Y nosotros no parábamos de perder, y claro, pasaron seis partidos, me veía sin jugar y empecé a caer. Después entraba 15 minutos y yo sentía que había jugado bien. Después entré en un partido cinco minutos y salió a declarar que los que entramos no hacíamos las cosas bien y al siguiente partido no me convocó.
Y ahí con 21 años, recién llego a este país, a este fútbol y viene un tipo a decirte eso después de jugar cinco minutos y esas cosas me fueron matando sobre todo la confianza. Me liquidaron la confianza. Y de ahí bajé el nivel y obviamente estaba en un equipo muy competitivo, los que estaban jugando andaban bien y no los pude superar. Y cuando llegué a Turquía jugué mucho, fui máximo asistente de la Liga. Yo lo que sentía y lo que decía es que necesito jugar. Porque no soy un jugador de entrenamiento. Están esperando que haga algo en un entrenamiento y no lo voy a hacer.
I: ¿Qué te llamó la atención de la experiencia en Turquía?
V: Era ponerme a prueba en un país diferente con otro idioma, de mejorar mi inglés, de aprender otra cultura. Porque yo venía de Buenos Aires a Barcelona, lo mismo que nada. Y como me sentí ahí en Turquía fue cuando me di cuenta que quizá mi camino tenía que ser un poco más periférico en la experiencia de vida. Y después terminé yendo a China en parte por esto, porque tenía muchas ganas de vivir en una experiencia así y desde los 16, 17 años, yo decía voy a jugar en China. Tenía un amigo, el hermano de un pibe de la pensión que era muy amigo mío, estudiaba chino hace muchos años. Y él venía y me contaba de China no sé qué. Y yo digo, che, ese lugar quiero conocer. Voy a vivir ahí, voy a jugar.
I: Compartiste plantel con Mario Balotelli. ¿Algo para contar? Y que se pueda contar.
V: Sí, una bestia en la cancha y, sobre todo, una gran persona. Un tipo que es muy cercano, que es muy sensible. Lo he visto hasta llorar, hablando de su exposición, de que no puede tomar ni una coca porque le sacan una foto y dicen que es whisky y sale en todos lados. Tenía eso y su forma de ser, que no le importaba nada. Un tipo muy activo, muy optimista. Bromista también, escondía cosas, te rompía cosas, conmigo jugaba mucho. Yo sabía que no me enojaba. Nos mojaba las zapatillas enteras en algún aeropuerto y así. Siempre se llevó bien con los argentinos. Y teníamos un equipazo, pero era complicado tenerlo motivado. Yo le decía ‘no quiero que corras, quédate en el área y hace un gol’, y el tipo agarraba y te metía un golazo de la nada. Le pegaba desde cuarenta metros, la clavaba al ángulo y le decía ‘hijo de puta, si tenías fiebre’.
I: ¿Y de China que te sorprendió?
V: China es una locura. A mí me sorprendió mucho porque yo iba con una idea un poco de futurismo, pero una idea media rara, de un budismo raro, de un comunismo a lo que entendemos nosotros como comunismo en Sudamérica. Iba con ideas raras, si bien algo me había informado, hasta que llegué ahí y me encontré con una vida increíble, con muchísimo lujo, con un consumismo impresionante, que no vi nunca nada así. Con todo a un click de teléfono, absolutamente todo. Yo no andaba con otra cosa que no sea el celular. No necesitaba absolutamente más nada para andar. Con una vida que vos decís lo difícil que es vivir en China, bueno, yo te digo todo lo contrario. Está todo en el celular, para una persona joven como yo que me doy maña con las aplicaciones, a lo sumo tenés que sacar la captura a pantalla y traducirla en el Google Translater. Es lo único. Porque después está todo en el celular súper práctico todo. Imaginate que los viejos andan con el celular y hacen todo en el celular. Entonces está todo súper práctico. Todo funciona a la perfección.
Y encima, algo que no me gusta mucho de Japón es que es muy perfecto y que sentís que estás haciendo algo mal todo el tiempo. En China no: en China hay caos. Y me encontré con el chino muy abierto al extranjero, muy generoso, muy de ‘vení, vení conmigo, vení, vamos a cenar, vamos a tomar, vamos a hacer esto’. Todo el tiempo te quieren llevar a enseñarte lo bueno de su cultura, a hablar de lo bueno, a preguntarte ciertas cosas, pero todo el tiempo con mucho cariño. Ellos, como regla, ellos primero dan. Para recibir, ellos saben qué tienen que dar.
En los cumpleaños de cada uno, y tienen que mandar un Red Pocket al celular, que mandás a la aplicación y todos reciben un poco de plata en el grupo del chat. Imagínate. Y ahí aprendí: es que tiene todo un sentido. No podés estar esperando todo el tiempo que te den. Ya sea económicamente o lo que sea. Primero da, después la vida te va a devolver todo. Y no es que ellos te dan a vos para que vos les devuelvas. Es una concepción de dar con que la vida te devuelva.
I: ¿Por qué salís de la media a la hora de declarar y exponés otro tipo de intereses?
V: No considero que tenga otras inquietudes, por ahí lo que sale un poco de la media del jugador de fútbol es que cuando hablo no tengo ningún cassette, ni tengo muletillas, ni hablo como todos, ni me visto como todos, ni hago lo que hacen todos. No me interesa pertenecer a algo, porque nunca fui una persona de querer pertenecer a... Siempre busqué mi propia esencia, y a veces mi esencia no pasó por ser jugador de fútbol, por tener mi botinerito y mi mate acá, como todos los jugadores de fútbol. O mudarme donde vivan los jugadores de fútbol, o salir de joda con los jugadores de fútbol. Pero siempre buscando mi camino sin mirar al otro, para decir, ah, bueno, si De Paul o Messi se visten así, yo quiero vestirme así. O si para ser jugador de fútbol hay que tener el botinero como todo el mundo, pero nunca me compré nada de esas marcas, por ejemplo.
Porque no me interesa, no me hallo por ahí, no me gusta remarcar que soy jugador de fútbol o ponerme la etiqueta afuera, porque siento que un jugador de fútbol remarca muchas veces para sentirse especial dentro de la sociedad. Yo lo único que quiero hacer es lo mismo que todos. Me gusta tener los privilegios, como no hacer fila, como no sé qué, pero eso también lo puedo hacer con plata. Así que eso no es una cuestión solo de un jugador de fútbol. Pero principalmente por rodearme de gente o a charlar de cosas que por ahí no se hablan tanto. De salir un poco del celular, del Instagram, de la fotito, del TikTok, de todo eso.
No meterme en ese mundo y buscar algún otro interés. El que me interesa a mí, como me gusta hacer rompecabezas, como me gusta hacer Legos, como me gusta hacer esas cosas y respetarme a mí mismo, en lo que yo quiero estar y en lo que soy, sin buscar espejos.
I: ¿En tus inicios también eras así?
V: Era muy curioso, de preguntar y de aprender. Y de esa manera fui buscando mi camino y mi forma de ser. En la Argentina era muy anti jugador de fútbol, no quería hacer nada, quería vestirme y hacer todo diferente. Cuando me fui a Europa, dejé de criticar un poco porque también entendí que hay mucha profundidad en un montón de jugadores de fútbol y por eso también el podcast que hice en YouTube. Porque encontré que también tiene muchísimos pensamientos, dolores y situaciones profundas; que por ahí no son intelectuales porque no nos criamos para ser intelectuales, nosotros nos criamos para poner nuestro cuerpo a trabajar, pero que tienen un sentimiento que no es lo que me parece... Entonces por ahí con el tiempo lo que hice fue dejar de criticar al jugador de fútbol por vestirse, por ser, por hablar de cierta manera e intentar encontrar en cada uno un poco de profundidad.
I: Claro, era contradictorio, el tiempo que no gastabas en vestirte como jugador de fútbol lo pasabas criticando a los que se vestían con el look de jugadores de fútbol.
V: Yo peleaba todo el tiempo, en el vestuario era yo la persona a la que más jodían y yo me calentaba y me peleaba todo el tiempo. Porque también yo en esa época como había terminado los estudios creía que podía hablar con un poco más de palabra, creía ser más intelectual que lo demás, más inteligente que lo demás. No era así, nunca fue así ni va a ser así, todos somos diferentes, tenemos diferentes formas de ver y vivir la vida. Claro, había pibes que no habían terminado ni la secundaria, no podían hablar de más nada que lo superficial del momento. Yo me pasaba criticando y bueno, me di cuenta que no era un buen camino ese sino intentar entender las situaciones también y que cada uno es como es.
I: El bullying de vestuario, ¿te llegaste a pelear?
V: Me acuerdo mucho que me jodían que si tenía pelo en el pecho, hasta el día de hoy estoy todo peludo; si tenía pelo, que no me depilaba, que era un asco, que si me dejaba el bigote, si me dejaba la barba, si el pelo no me lo dejaba perfecto, si me vestía de una manera o de otra. Era mucho por ese lado las jodas que venían. Entonces, yo lo recibía de mala manera muchas veces. Pero también sabían cómo hacerme enojar: me jodían con que no la tocaba. Yo era el que más asistencias tenía, pero me jodían con que no la tocaba. Eso me volvía loco.
I: ¿Tu forma de ser chocaba también?
V: Creo que hay muchos dentro del fútbol así. Lo que tal vez yo tengo diferente, sí, es que no lo digo con cassette, y soy frontal. Esa parte de alguna manera,
I: ¿Crees que para lo que es el ABC del mundo fútbol, te puede ser contraproducente en algunas cuestiones?
V: Podría parecer a que sí, pero a mí en Argentina nunca me criticaron. Ni soy de cassette, ni fui amigo de periodistas y nada, nunca me criticaron por ser así, porque yo tampoco soy una persona que voy a confrontar a alguien. No es que vengo acá a boludear a un periodista o voy a hablar mal con alguien. Nada, simplemente respondo con sinceridad a lo que me preguntan.
Hay que ver cuando vuelva de más grande de Argentina, a ver cómo me toman. Muchas veces que hablo, sea sincero en muchas cosas, por ahí puede joder más.
I: ¿Y el mundo dirigencial, crees que toma bien tu frontalidad?
V: He aprendido mucho también a saber cuándo, saber cómo. Me gusta hacer política en mi vida, digamos.
Entender, intentar tener el control; que de mí dependa lo más posible. Como si yo voy y bardeo a mi técnico, bardeo a tal, voy a tener problemas, por más que yo tenga razón o que todos mis compañeros crean que yo tengo razón, no importa. Si yo tengo un tipo que no me quiere saludar en el vestuario, bueno, quiero darle vuelta a eso.
No para quedar bien, sino para que los resultados, los compañeros, con lo que quiero es ganar y que mi equipo lo haga bien. Eso es lo que hago yo. Entonces, cuando es momento de confrontar, intento elegirlo y hacerlo bien.
Me di cuenta que no hace falta confrontarme y pelearse, que se puede ser sincero y de un carácter fuerte sin pelear. He ido aprendiendo cómo manejar las situaciones. Me equivoco mucho, obviamente, en muchos momentos, porque a veces no controlo un poco, pero he logrado controlar muchos mis impulsos y entender hasta qué punto, hasta dónde tirar de la cuerda, ir tanteando también.
Entonces, creo que eso es lo que voy a manejar. No sé en Argentina, no sé con mi idioma, también creo que me molestarían muchas más cosas.
I: ¿Con qué Liga te encontraste en Arabia Saudita?
V: Mirá, yo coincido muchísimo con la palabra de Cristiano Ronaldo sobre la Liga. Habiendo estado en la Liga Española, siendo por lo menos hasta el nivel de la Liga Turca, por lo menos, es algo que tenés... No, igual los clubes grandes de acá te pueden competir con cualquiera de los grandes de Turquía, pero por lo menos al nivel de esa liga está. Las MLS queda atrás. Es lo que siento sin hacer jugado en la MLS. Quizás si voy a la MLS te digo que no, pero acá tenés todos los equipos con ocho extranjeros, por lo menos con presupuestos altísimos, están llenos de estrellas, y después jugadores de mi edad, de ahí de 28, 27, 29 años, con todas carreras en Europa, que han jugado en las mejores ligas, o incluso jugadores como yo, que van y vienen, pero termina siendo un nivel alto. Imaginate que yo estaría entre los más bajos acá, tanto en presupuesto ocmo en todo.
Acá tenés seis equipos que son impresionantes los jugadores que tienen. Por ahí el árabe está muy lejos del nivel de los extranjeros, pero está creciendo mucho, está creciendo muchísimo, está aprendiendo muchísimo, al final juegan tres o cuatro árabes por equipo con ocho extranjeros, van a crecer, van a aprender, van a jugar mucho mejor, van a tener tantas... Para mí va a terminar siendo una selección, no la mejor, pero va a ser una selección importante en algún momento, porque si sigue de esta manera esta liga… El nivel es muy alto, físicamente siento más fuerte más que en Argentina, más que la intensidad, el calor... Es muy duro, vos tenés muchos jugadores muy físicos también acá, muchos africanos, muchos... Los árabes son muy físicos, también son unas bestias, y en el calor juegan como si nada, mientras vos estás sufriendo como loco. Entonces se hace una liga para mí muy difícil de jugar, muy difícil.
I: Con tantos entrenadores extranjeros, ¿Se juega más parecido a Europa?
V: No, para mí no, porque es muy físico, da mucho de transición, muy palo y palo, se pega mucho. Por ahí en España en Inglaterra un poco menos, pero... En España se aguanta más, es un juego más táctico. Acá es un juego técnico y físico, tácticamente hay muchas falencias pero se equiparan con lo físico. Yo lo veo que es un fútbol complicado, por lo menos para mí, que no soy una bestia física, me cuesta en muchos aspectos, porque tenés que estar todo el tiempo corriendo en velocidad con un tipo que corre el doble que vos, chocando con un tipo que es el doble que vos. O sea, es complicado, pero para mí es un juego técnico y físico, tácticamente todavía, salvo dos o tres equipos, hay muchas falencias. Después sí, es un fútbol de muy alto nivel, y los equipos grandes le pueden competir a muchos equipos de Europa.
I: ¿Qué recordás de tu etapa en la Selección Argentina? ¿Es un capítulo cerrado?
V: Ahora, como para el futuro, lo tengo muy difuminado. No es algo que diga, che, quiero llegar ahí. Quizá tengo otros objetivos en mi carrera y en mi vida hoy en día y para el futuro en lo que quiero hacer.
Pero no es que digo, quiero luchar o quiero... Porque si no hubiera vuelto a Europa, me hubiera bajado el suelo y hubiera ido a jugar a España tranquilamente, a Italia sin problema. No es que me faltaba oportunidad para eso e ir a luchar. No es algo que yo quiera ahora.
Me saqué la espina, fue un sueño para mí. La vida se me dio de una manera en la que no pude continuar ni ahí ni en España, ni en una liga de las top del mundo. Y lo acepté así como que es mi vida y es mi camino.
Hoy en día estoy acá y me enfoco ahora acá e ir para adelante. Pero también estoy contento por tener las fechas FIFA para viajar. Cuando llegué a España estuve tres meses sin tener un día libre. Porque iba a la selección. No tuve un día libre, un día de decir me duermo hasta tarde porque no entrenaba. Si no viajaba, jugaba, entrenaba o no. Me terminé lesionando.
I: ¿Te ves haciendo carrera muchos más años en diferentes países de afuera? ¿Planteas la hipótesis de un regreso a la Argentina para vivir, para jugar, para lo que sea?
V: No, yo voy a vivir en Argentina. Post carrera, probablemente en Mendoza. Si no en Buenos Aires, pero mi sueño es vivir en una finca en Mendoza. Hacer mi propio vino, tener la vida tranquila. Por ahí me gusta decir, bueno, para cuando termine entrar a una etapa, no sé si de técnico, pero sí de manager, dirigencialmente me gusta mucho el armado de los equipos, el manejo, me gustaría mucho la parte dirigencial y voy a empezar a prepararme para eso.
Y después con respecto a mi carrera, tengo un año y medio de contrato acá. O sea, a partir de julio, un año más. Y luego me gustaría armar una vida ya más programada hacia mi futuro, hacia una familia, hacia dónde voy a vivir. Y decir, bueno, estoy acá, sé que en cinco años voy a estar acá en esta casa. No me estoy mudando todos los años. Pero veremos cuando termine el contrato que es de mi futuro. Quiero ser padre, quiero tener mi familia. Y sé que si hay un lugar que lo pueda hacer es probablemente Argentina.
I: ¿De cuántas piezas fue el rompecabezas más grande que armaste?
V: Me armé de cuatro mil. En tres días. Me pongo como un estúpido. Todo el día. Incluso como haciendo el rompecabezas, no paro. Los de mil piezas, los de mil piezas los armo en una tarde. Tranquilo, tomando mates, viendo a Luquitas Rodríguez en una tarde. Pero si de cuatro mil, creo que era el castillo de Harry Potter. Tengo uno de 24 mil piezas, pero ese será para cuando tenga una casa, con un cuarto especial y esté instalado.
Entre mudanzas, goles y asistencias, Vargas sigue su camino. En la esencia del torbellino de talento en una cancha del fútbol saudí, en una profunda charla especial a la distancia con amigos o en la lucha por dar con le pieza indicada para ponerle punto final al prompecabezas de turno. Y todavía quedarán muchas piezas por hallar en el rompecabezas de la vida.